La moda o costumbre de dejar en
las barandillas de un puente un candado, aunque parezca que no, es algo muy
reciente. Surge en Italia y Francia y en muy poco tiempo recorre toda Europa.
El culpable de este verdadero
quebradero de cabeza de los servicios de mantenimiento de tantas ciudades
europeas es Federico Moccia, que
escribe la novela “Tengo ganas de ti”.
En ella un joven intenta
convencer a su amada del amor que siente por ella con una leyenda. Existe un
puente, de nombre “Milvio”, que está en Roma y cruza el río Tibes. En ese
puente para demostrar los sentimientos al ser querido hay que colocar una
cadena en el tercer farol del lado norte de ese puente, unir ambos extremos con
un candado y tirar la llave a las aguas del Tibes. Significando esta acción que
el amor es verdadero y eterno.
Al poco tiempo comenzaron a
aparecer en las barandillas de los puentes italianos candados, después en
Francia y en cuestión de días en el resto de Europa.
Esta costumbre, que ya es
leyenda, ha sufrido cambios llegándose a afirmar que es de origen ruso y su
significado es totalmente distinto al aquí expuesto.
El amor nada y es responsabilidad
nuestra el mantener la llama encendida para que dure la eternidad de que se
habla en la novela.
La leyenda ha llegado hasta aquí
y, aproximadamente una vez al año, los operarios del ayuntamiento de la
localidad donde vivo retiran los candados existentes en las barandillas de los
puentes que cruzan el río Iro.
Hoy ilustraré esta entrada con
una fotografía mía tomada esta mañana a uno de los candados existentes en el
Puente Chico de Chiclana de la Frontera.
Quizás en otro momento os vuelva a hablar de alguna otra
costumbre o leyenda de esta localidad.
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