En el casco histórico de Cádiz, al lado de la Iglesia del
Rosario, existe un edificio religioso emblemático para los gaditanos. Se trata
del Oratorio de la Santa Cueva, construido en el siglo XVIII.
Consta de dos estancias, una superior o capilla alta, de
extraordinaria riqueza y luminosidad, y otra subterránea o capilla baja de
mayor austeridad y recogimiento, con un calvario de madera policromada obra de
Vaccano y Gandulfo.
En la capilla alta se pueden contemplar, entre otras obras,
tres lienzos de Goya. La Santa Cena, La multiplicación de los panes y peses y
la parábola de la boda del hijo del rey.
En el año 1796 fue consagrado al culto por el obispo Antonio Martínez
de la Plaza. Estamos ante uno de los máximos exponentes de la arquitectura neoclásica
religiosa andaluza. Obra de los arquitectos Torcuato Cayón y Torcuato Benjumeda;
declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1981.
Aunque oficialmente se niega los orígenes paganos, tenemos
que afirmar que nos encontramos ante un lugar rodeado de misterios que va más allá
de ser un simple templo religioso católico consagrado por temor a la inquisición.
La historia de la casa conocida como “corralón de Dapelo” es
algo larga para contarla aquí. No obstante, todos los jueves se reunían en el
lugar hombres de la aristocracia local para practicar ritos extraños y
desconocidos durante tres horas. A lo que debemos añadir que eran masones, al
igual que la inmensa mayoría de os sacerdotes de Cádiz.
Debido a esto y a los rumores y recelos existentes, obligó al
obispo de la época Fray Tomas del Valle, a acudir una noche de jueves de
incógnito a una de esas reuniones.
Ya tendremos tiempo en otro momento a continuar con la
historia y a contar que ocurre allí todos los viernes Santos-
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